El día hoy se
va ordenando solo. Con un sol de fondo que de tanto sentido que le da también
se lo quita.
Están los
árboles. Y sus hojas secas que caen.
Hojas que
ahora se arremolinan en mis pies por culpa de un viento que lo agita todo de
fondo.
La hojas levantan
el vuelo y quedan suspendidas en el aire.
Gesticulan y
sufren espasmos imposibles contorsionándose en un baile sin
fin.
No sé si las
hojas están muertas o si sólo lo estuvieron cuando cayeron de algún árbol.
Luego el viento
se para en seco y lo detiene todo.
Las hojas caen
poco a poco y dibujan un movimiento en círculos descendientes perfectos.
Se posan en el
suelo con una sentido y dignidad imposible de imaginar en otra cosa que no sean
esas hojas.
Y después un silencio que nos viste para
luego dejarnos desnudos y después huesos y después tierra mojada o arena seca y
basura podrida y dientes caídos y lápices sin punta y desiertos sin luna y
cristales rotos y fuego quemado o cenizas o polvo o nada.